Las emocionantes imágenes de la gente agolpándose en Berlín en noviembre de 1989 tras la caída del Muro tienen una banda sonora: la música de Beethoven, que este domingo sonó en la Puerta de Brandeburgo.
Miles de personas se reunieron en torno al símbolo de la unidad alemana, la Puerta de Brandeburgo en Berlín. Allí tuvo lugar el plato fuerte de las celebraciones por los 25 años de la caída del Muro y la música de Beethoven estuvo una vez más presente.
La orquesta y coro de la Staatskapelle Berlín, dirigida por Daniel Barenboim, junto con un deslumbrante plantel de solistas: Renée Fleming, soprano, Elina Garança, mezzosoprano, Jonas Kaufmann, tenor y René Pape, bajo, interpretaron el célebre cuarto movimiento de su Novena Sinfonía.
El propio Daniel Barenboim instauró hace años la tradición de interpretar con su orquesta la obra beethoveniana en el concierto de Año Nuevo que ofrece su formación. La idea procede de los tiempos de la caída del Muro. Pocos días después del gran hito histórico, el 12 de noviembre de 1989, el conocido director de orquesta y humanista argentino-israelí dirigió a la Filarmónica de Berlín en un concierto especial en el que sonó el primer Concierto para piano y la rítmica Séptima Sinfonía del compositor de Bonn.
Ocasión festiva
La prensa recogió entonces las declaraciones de algunos ciudadanos del Berlín oriental sobre el programa de concierto. Según relata Daniel B. Dennis en su libro Beethoven in German Politics (Beethoven en la política alemana), una emocionada mujer, cuyo marido e hijo habían muerto en la Segunda Guerra Mundial, aseguró que esta festiva música era la más “adecuada” para celebrar la ocasión. Un hombre dijo que el concierto significaba “la reconciliación del pueblo alemán”, mientras que otra persona declaraba que Beethoven era “la mejor música posible para la señalada ocasión”. Sin embargo, esta última persona, puntualizó también que, aunque era consciente de que dificultades técnicas habían impedido que sonara la Novena, esta última hubiera sido la mejor música, “porque ahora volvemos a ser hermanos”, argumentó.
Durante las semanas siguientes a la caída del Muro, la música de Beethoven como símbolo de los acontecimientos cobró fuerte presencia en la prensa. El diario alemán Die Welt se refirió a la ópera de liberación Fidelio como metáfora del proceso que había tenido lugar en la RDA. El editorial de Die Welt exhortaba a los “prisioneros” de la RDA a continuar con sus acciones liberadoras: “Ahora, al menos, el coro puede decidir si desea cantar la pieza hasta el final”, concluía el texto.
“Libertad” en lugar de “Alegría”
El 18 de diciembre de 1989, el violinista Yehudi Menuhin dio un concierto benéfico para la “reconstrucción del centro histórico de la ciudad de Berlín”, con la obertura Egmont y la Cuarta Sinfonía de Beethoven. Un día después, el violinista Norbert Brainin y el pianista Günther Ludwig tocaron tres Sonatas del compositor de Bonn en la Berlin Hochschule für Musik, como “muestra de alegría por el desarrollo de los acontecimientos en la RDA”.
Un año más tarde, el director estadounidense Leonard Bernstein ofreció dos conciertos de celebración. Para la ocasión programó la Novena de Beethoven en dos días consecutivos en la Berlin Philharmonie y en la Berlin Schauspielhaus. Ambos conciertos fueron retrasmitidos en vivo para el público que se agolpaba en la Breitscheidplatz y en la Platz der Akademie, así como para 36 países del mundo vía satélite.
Los miembros de la orquesta procedían de todas las naciones que tomaron parte en la Segunda Guerra Mundial. Bernstein leyó una breve alocución alusiva al festejo, diciendo que en lugar de “Freude” (“alegría”), la palabra que usó Schiller en el poema que utilizó Beethoven para el cuarto movimiento, los cantantes entonarían la palabra “Freiheit” (“libertad”). “Estoy seguro de que Beethoven nos hubiera dado su bendición”, dijo Bernstein.