(ANSA) - ROMA, 19 NOV - Como desprovista de cualquier evidencia científica, la hipótesis de que la singularidad de su destino fue escrito en el lugar de nacimiento sigue siendo mucho más que sugerente. Freddie Mercury nació en Zanzíbar (Tanzania), era de etnia Parsi -comunidad de religión zoroástrica que habitan en el oeste de la India- y se convirtió a esa fe en la adolescencia justamente en ese país.
Una biografía absolutamente inusual para la historia del rock.
Se llamaba Farrock Bulsara, pero el nombre inicial se esfumó y el que alcanzó la gloria fue el seudónimo. El jueves, 24 de noviembre, se cumplirán 25 años de la muerte de la voz de Queen, uno de los iconos más poderosos producidos la cultura pop de los últimos treinta años.
Incluso la muerte prematura de Freddie ha dejado una marca.
Estuvo afectados por el sida cuando las terapias que permiten hoy vivir con la enfermedad estaban todavía demasiado lejos, gestándose en el futuro. Por entonces, el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida era una enfermedad para ocultar, una plaga para los adictos a la heroína y los homosexuales. Incluso una multimillonaria estrella que habían traído sensacionalmente códigos de teatralidad homosexuales a los escenarios del rock, tuvo que vivir su homosexualidad como un asunto privado, lo había guardado oculto durante años, lo mismo que su enfermedad.
La muerte prematura de las estrellas es el pasaporte para el mito, se ha escrito alguna vez. Y se cumple con él.
Pero, básicamente, si se quiere sintetizar, lo que hace especial a Freddie Mercury es el mismo hecho de que trajo a escena su mito. Técnicamente era un tremendo cantante y un artista con pocos rivales. Seguramente lo más recordado sigue siendo "Live Aid", los dos conciertos de 1985, que, a juicio unánime, fue lo mejor de lo mejor de la banda Queen.
Incluso el talento y osadía de Farrock Bulsara creó un melodrama vocal (de hecho, junto con Montserrat Caballé grabó un monumento a Barcelona, con el himno de los Juegos Olímpicos de Cataluña de 1992), con teatralidad gay y todo lo que Mick Jagger a David Bowie había sido codificado en la ambigüedad del lenguaje. A pesar de que era un músico culto y evolucionado en términos de matices no era demasiado exigente. Pero el público terminó amando la combinación entre el sonido casi metálico y duro con matices de ópera, es decir lo inovador con lo clásico.
En Italia, en especial, se necesita nombres como Pink Floyd, The Beatles, Led Zeppelin para poder competir en popularidad con Brian May y acompañantes.
No en vano en el tour de la reunión, estuvo Brian May y Roger Taylor (John Deacon, bajista, no aceptó) con Paul Rodgers (cantante que era el ídolo de la juventud de Freddie Mercury) fue un gran éxito.
Obviamente fue un gran éxito ese Queen en vivo, rescatado por Rodgers. Solamente una canción se quedó con la voz original: "Bohemian Rhapsody". Freddie Mercury la cantaba de nuevo, en un video, por supuesto sentado en el piano. No se puede desafiar a un mito. ANSA Latina