Icónica megaestrella, director honorífico de varias orquestas de primera línea, imparable y hambriento de música. Zubin Mehta cumple 80 años de vida este 29 de abril y lo celebra con su amigo Daniel Barenboim en Viena.
Su padre, Mehli Mehta, era violinista y fundó la Orquesta Sinfónica de Bombay. Actualmente, Zubin Mehta vive sobre todo en Estados Unidos, conserva su pasaporte indio y se siente “vienés nacido por casualidad en India”. “Ciudadano del mundo” sería una descripción más precisa para este director, que continúa viajando por varios continentes. Mehta nació el 29 de abril de 1936 en Bombay (actual Mumbai) y creció rodeado de discos de directores como Toscanini y Furtwängler. Pero, en realidad, su cuna musical fue Viena.
Tras iniciar estudios de Medicina, carrera escogida para él, como es habitual en India, por su familia, que estaba en contra de que estudiara música, se mudó a Viena en 1954, con 18 años, y comenzó a estudiar con Hans Swarowski. Entre sus compañeros de aulas se encontraban Claudio Abbado y Daniel Barenboim. Cuando escuchó por primera vez la Primera Sinfonía de Brahms interpretada por la Sinfónica de Viena, se produjo en él una revelación: “Pensé que mis oídos iban a explotar”, dijo Mehta al respecto.
Director energético
Su carrera sí que se desarrolló de forma explosiva. Con algo más de 20 años ya había dirigido a la Filarmónica de Berlín y a la de Viena. Entre 1961 y 1967 fue director de la Orquesta Sinfónica de Montreal, y entre 1962 y 1978, director de la Filarmónica de Los Ángeles. En 1978 sucedió a Pierre Boulez al frente de la Filarmónica de Nueva York, puesto que ocupó 13 años. Dirigió óperas en Florencia, San Francisco, Nueva York, Londres, Viena, Salzburgo, Milán, Berlín y, desde 1998, durante cinco años fue director musical de la Ópera Estatal de Baviera. Pero, sobre todo, Mehta se identifica con la Orquesta Filarmónica de Israel, formación a la que ha llevado a la cúspide internacional y de la que es director vitalicio.
Su legión de admiradores aprecia la belleza sonora, la alegría, la energía y los marcados contrastes de sus interpretaciones. También tiene buen olfato para los proyectos mediáticos: en 1990 dirigió la primera actuación de “los tres tenores”: José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti. Después lo hizo de nuevo en 1994 para el Mundial de Fútbol de EE.UU. Ya en cinco ocasiones (1990, 1995, 1998, 2007 y 2015) se ha subido al podio de la Filarmónica de Viena para dirigir el concierto de Año Nuevo, que cuenta con 50 millones de espectadores de 90 países, siendo el evento de música clásica más visto en todo el mundo. Dirigió espectaculares puestas en escena de las óperas Tosca y Turandoten los escenarios donde sus tramas se desarrollan: Roma y la ciudad prohibida de Pekín.
Primero deprisa, después despacio
En su juventud, la vivacidad musical se correspondía con un suntuoso estilo de vida. Después del fracaso de su primer matrimonio, comenzó su predilección por “mujeres caras en autos rápidos y mujeres rápidas en autos caros”, según sus propias palabras. “Era un auténtico vividor”, reconoce Mehta. Lo serenó su matrimonio con la estadounidense Nancy Kovac, antigua actriz de cine y televisión: “Con ella, mi estilo de vida cambió radicalmente y mi forma de hacer música maduró”, asegura Mehta.
Actualmente, es director honorífico de varias orquestas de primera línea y en 2001 se convirtió en la estrella número 2434 del paseo de la fama de Hollywood. En 2008 fue galardonado con el Premio Imperial de la casa real japonesa.
Compromiso por la paz y la reconciliación
Pero Mehta también se siente comprometido políticamente: durante la guerra de los seis días, que tuvo lugar en 1967, se apresuró a acudir a Israel para dirigir a los músicos de la Filarmónica portando sobre sus rostros máscaras de gas. En 2013 viajó junto a la Orquesta Estatal de Baviera a la región de Cachemira, como llamado a la reconciliación entre India y Pakistán.
El director, que pertenece a la minoritaria religión parsi, originaria de la antigua Persia, se siente comprometido con el entendimiento entre los pueblos. Pero, de momento, aún no ha logrado que un árabe israelí se siente en los atriles de la Orquesta Filarmónica de Israel. Mehta cree en el poder de la música para restar tensión a los conflictos. “Hoy tendrán lugar miles de conciertos en todo el mundo”, dijo a Deutsche Welle el 11 de septiembre de 2011, con motivo de los 10 años de los ataques terroristas a las torres gemelas de Nueva York. “Durante la celebración de esos conciertos, reinará la paz. Y es importante que haya paz muchos miles de veces. No hay que infravalorar el poder de la música”. Pero este poder no es suficiente: “La política obstaculiza el camino”, argumenta Mehta, y asegura: “La música, para mí, es amor”. DW.COM | 29.04.2016